13 de enero de 2024 Por SAPAME GRANADA

La depresión, una lucha invisible

Este sábado se celebra el Día Mundial contra la Depresión. La salud mental es un aspecto con mayor visibilidad en la sociedad tras los años más duros del coronavirus, en los que precisamente muchas personas carecieron de ella. Hablar más sobre un tema no significa necesariamente hacerlo bien, pues resulta complicado tratar algo con tantos aristas como puede ser un caso de depresión. Pablo y Rafael, dos personas que saben lo que es sufrir este trastorno, relatan a GranadaDigital su experiencia. Ambos son usuarios de la asociación granadina Sapame (Salud para la Mente), donde encontraron un resquicio de luz para sus vidas.

El caso de Rafael comienza en en una infancia que califica de «dura» sin tapujos. A los 7 años, el acoso escolar hizo mella en él, que visitó muy joven a psicólogos y psiquiatras. «Me autolesionaba», recuerda. En el 2024, a pesar de que todavía existen estigmas, se puede hablar abiertamente sobre salud mental. «Imagínese en el año 1988», apunta Rafael, que entiende que hay cosas que «no se pueden superar ni con pastillas».

El temor a ser señalado

A sus 42 años, este hombre relata que “la depresión ha sido continua» con él. “He tenido momentos en los que no he soportado esta vida”, confiesa. Un mal estado de ánimo puede incluso generar complicaciones si se tiene en una determinada etapa. Así lo siente Rafael con la Navidad: «Nos sienta muy mal a las personas con problemas de salud mental. Tiene que ser diversión por obligación”. Este sentimiento nace del miedo a ser visto por familiares en un mal momento.

Conocer Sapame fue un bálsamo para Rafael, que explica que ahí no le juzga nadie porque es «uno más”. “En otros sitios sí noto la discriminación hacia las personas que tenemos un problema de salud mental”, reconoce. En una ocasión, detalla que se encontró con un conocido «de hace muchos años» en el supermercado y este le preguntó «tú eres el de la depresión, ¿verdad?». “Me reconoció por la salud mental, no por otra cosa”, lamenta.

Consciente de la necesidad de una mayor concienciación, Rafael se aferra a su familia, especialmente a sus sobrinos, a los que define como su «fuerza y esperanza”. “Animo a la gente a que piense en alguien muy importante antes de hacer una locura. Hay que saber darse cuenta y poner el remedio a tiempo”, agrega. Asimismo, espera que su testimonio pueda servirle a otras personas.

El cambio de Pablo

La depresión es una enfermedad que uno puede padecer sin que su entorno se percate. Pablo comenzó a acudir a un psiquiatra a sus 23 años, pero un estado de ánimo es algo que puede ser invisible. “He trabajado en una empresa privada y nadie sabía que yo tenía un problema de salud mental”, detalla este informático, que sufrió «un problema grave de salud” tras ser despedido de aquel empleo. “No me adapté a ese despido, tuve problemas y acabé mal”, apostilla. Acudir a su puesto de trabajo era una especie de refugio, pero al mismo tiempo reconoce que se encontraba en una «vida insana» sin apenas salir de casa.

Pablo atravesó una época «bastante chunga» en la que únicamente pisaba la calle para acudir a un bar cercano. Todo cambió en 2018 tras un ingreso «por una crisis de ansiedad muy fuerte» en el que un psicólogo le dio a conocer a una integrante de Sapame que le visitó un día en el hospital para posteriormente mostrarle la asociación. Él mismo empezó a cultivarse a través del ejercicio y dejando de fumar.

Sus inicios en Sapame fueron tímidos con poca asistencia. Sus primeros contactos fueron en los talleres, donde se puede disfrutar de actividades como mindfulness. Cuando Pablo ya se encontraba familiarizado con la organización granadina, llegó el coronavirus. “La pandemia me benefició porque empezaron a dar talleres por videoconferencia y ahí conocí una gran cantidad de gente”, recuerda. En él arraigó entonces un sentimiento de pertenencia.

La actividad desde casa fue constante hasta que llegaron las vacunas. Ya en 2021, comenzó a acudir a diario a Sapame, donde cosechó amistades con compañeros y miembros de la junta directiva, a la que él pertenece ahora. «Soy voluntario y ayudo en todo lo que puedo. También he hecho el curso de agente de apoyo mutuo”, manifiesta Pablo, quien fomenta de forma constante «que la gente participe». Durante su proceso, aprendió a centrarse en el presente, lo que le ayudó mucho a mejorar. Su experiencia y sus valores son ahora un activo muy valioso para Sapame y todas las personas que acuden a la asociación para trabajar en su salud mental a través del empoderamiento y el apoyo mutuo.

El Día Mundial contra la Depresión debe ser una jornada en la que se dé alas al valor para pedir ayuda y a la necesaria empatía que requieren quienes atraviesan un momento delicado. La salud mental es un aspecto que por fin está sobre la mesa de la sociedad, pero el paso más importante es que existan herramientas para las personas que las necesitan.